DUALIDAD



Si hay algo que para nosotros es familiar y de lo que estamos seguros, es el mundo que nos rodea, el mundo de nuestra vida cotidiana. Lo percibimos junto a nosotros , y nos parece sólido y tan real que nos parecería una locura no creer en él.Dentro de nosotros percibimos otro mundo, igualmente real, igualmente aceptado como hecho básico de nuestra existencia. Sin embargo, por lo general nuestra atención no se dirige a nuestro mundo interior, que para la mayoría de nosotros continua siendo un vago y misterioso reino, del cual surgen pensamientos, emociones, deseos e impulsos, ráfagas de inspiración y súbitas ideas, que penetran en nuestra vida diaria con innegable e irresistible poder. También aceptamos como hechos estos extraños sucesos internos, a pesar de conocerlos menos que los que ocurren en el mundo material en el que estamos sumergidos.
Vivimos en este dualismo primario y consideramos nuestras percepciones y actos como un intercambio entre estos dos mundos es decir; las sensaciones que nos llegan del mundo exterior determinan percepciones en nuestra conciencia, y de esta a su vez derivan la volición y la acción para alterar e influir en el mundo exterior. Tan familiar nos es este sentido dualista y de tal modo influye en todos los momentos de nuestra vida, que cuando tenemos problemas asumimos y presuponemos en dichas preguntas esta primaria dualidad como un hecho, e inconscientemente basamos nuestro razonamiento, y los métodos de análisis y lógica en ella, aceptándolo sin reflexionar sobre ello.

Conocer los dos mundos de nuestro universo, el exterior de apariencias y el interior de conciencias evitaría que el error se introdujera en nuestras cuestiones. Para comprender esta división tenemos que comprobar su objetividad, en cuanto al aspecto conciencia de uno de nuestros mundos no hay duda posible; el hecho de que nosotros somos “algo” lo demostramos continuamente ya que el solo hecho de decir “yo pienso” presupone ya el hecho de que “yo Soy”. Dudar de este mundo equivaldría a dejarnos llevar por el mundo exterior, con el agravante de que podemos sin darnos cuenta modificar nuestra conciencia.

Nos sentimos confiados respecto al universo que nos rodea a pesar de que los conocimientos que adquirimos de él son derivados del mundo interno de la conciencia; la piedra a nuestros pies es para nosotros más real que nuestra intima conciencia. No obstante, solo conocemos la piedra en y a través de nuestra conciencia. Saludos, carmen

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